Ir desarrollando habilidades que nos permitan, poco a poco, conocer a las personas, adentrarnos en su mundo, exige mucho entrenamiento, observación, escucha, paciencia...Tanto hacia afuera, como hacia dentro ( en nosotros mismos: los profesionales, abundan todas esas intuiciones sobre los demás , muchas veces basadas en prejuicios, que hay que atender, muchas veces para saber deconstruir y aportar los nuevos datos que surgen en cada encuentro clínico) .
La empatia no es solo una herramienta, es también una actitud, una abertura a la persona que esta detrás del paciente, es dejarse sorprender por su forma de vivir, y por las mil y una formas que ha sorteado hasta ese momento la persona que tenemos delante los caminos de sus vida. Aprendemos mucho en cada encuentro que tenemos si partimos de esa actitud de permeabilidad.
Empatía es un concepto fácil de definir pero difícil de llevar a la practica. Empatia no es simpatía. Empatia requiere un punto de arte, de teatro, de saberse en la piel del otro, manteniendo esa distancia emocional que le permite no ser el otro y por tanto pensar y decidir de forma más ecuánime y analítica. Empatía es recepción, es dar crédito a la verdad del otro, aunque a veces la mejor respuesta ante determinadas actitudes, creencias o comportamientos del paciente puede ser una actitud de confrontación (mostrando actitudes nocivas) y/o reencuadre ( abriendo otras posibilidades) .
Ser empático no se nace: se hace. Leer autores de la talla de Frances Borrel ( como su libro Practica clínica centrada en el paciente) es un buen camino para sentarse detrás de la consulta y disfrutar de la aventura de lo cotidiano desde la silla del centro de salud.
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